AYUNO TERAPÉUTICO
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21 enero, 2025La importancia de las proteínas
Nuestro cuerpo se compone de diferentes sustancias y elementos. Una de ellas fue denominada en origen como proteína, del griego proteios, que significa en primer lugar, por ser considerada como sustancia principal constitutiva de la materia viva. En la consulta de nutrición se puede observar cómo se desdibuja, en ocasiones, lo primordial frente a lo accesorio en alimentación. En muchas situaciones, el consumo de proteínas es deficiente, puede ser malinterpretado o simplemente es subestimado al lugar de la creación de la masa muscular. La proteína es una macromolécula con múltiples funciones y por la que un organismo en estado de deficiencia no progresaría en vida. Comencemos entendiendo cuál es la naturaleza de la misma:
Las proteínas son macromoléculas esenciales para la supervivencia de los seres vivos, ya que desempeñan el mayor número de funciones en sus células, realizan funciones metabólicas ya que actúan como enzimas, anticuerpos o como hormonas, en las que son mensajeras, coordinan y transmiten diferentes procesos biológicos entre tejidos, órganos y células.
También, son reguladoras de ciertos genes y de la división celular. Asimismo, las proteínas son transportadoras de lípidos, oxígeno y electrones y ayudan a la eliminación de tóxicos o a la absorción de nutrientes en el organismo.
Además, se conocen por constituir la estructura básica de los tejidos creándolos, reparándolos y manteniéndolos para que el crecimiento y el desarrollo sean óptimos.
También hay que resaltar que, existen algunos fragmentos de las mismas llamadas biopéptidos o péptidos activos que, asimismo, influencian positivamente los sistemas orgánicos.
Las proteínas se clasifican en globulares y fibrosas. Las primeras son solubles en agua. Un ejemplo de ellas son las globulinas plasmáticas, la insulina, la albúmina y numerosas enzimas. La segunda son muy poco solubles en agua y entre ellas están la fibrina, la queratina o el colágeno.
Son moléculas de un amplio tamaño y están formadas por una cadena de otras sustancias denominadas aminoácidos, que se unen entre sí por un enlace peptídico. Los aminoácidos están codificados en el material genético de los organismos, y la forma y el orden en el que se combinan o repiten es lo que da lugar a la estructura de las proteínas. Su constitución es ampliamente variada tanto por el número de aminoácidos que la componen como por la variabilidad y su configuración espacial. Toda esta estructura complejísima les otorga la peculiaridad de propiedades y funciones diferentes.
Existen veinte aminoácidos diferentes en los seres vivos que conforman las proteínas, sin embargo, una proteína puede llegar a formarse por hasta cientos de los mismos. También se conocen aminoácidos diferentes a los imprescindibles para la creación de las proteínas o algunos creados como modificación en su proceso de producción.
Para comprender la importancia que tiene la alimentación en la creación de las proteínas se debe hacer referencia a la distinción que existe entre estos aminoácidos formadores de proteínas. Existen once de estos aminoácidos que son capaces de sintetizarse por el propio cuerpo humano, se denominan no esenciales o dispensables. Por otro lado, se encuentran los denominados aminoácidos esenciales que son los nueve restantes y son incapaces de ser sintetizados por el organismo, por lo que deben ser añadidos a través de la dieta.
Dichos aminoácidos indispensable son la leucina, histidina, valina, treonina, metionina (y cisteína), isoleucina, lisina, fenilanina (y tirosina) y el triptófano.
Si en la creación de las proteínas está ausente alguno de estos aminoácidos se hace imposible la síntesis de las proteínas que los requieran dando por ello un déficit nutricional con las subsecuentes consecuencias bioquímicas en el organismo.
Muchos de estos aminoácidos son precursores de otras moléculas. Ejemplos de ello lo encontramos en el triptófano que es el precursor del neurotransmisor serotonina y de la vitamina B3, por lo que su deficiencia puede derivar en estados depresivos, dermatitis o demencia. La lisina es necesaria para la adecuada síntesis de colesterol y para la creación de carnitina, que es utilizada para el correcto metabolismo de las grasas o la metionina utilizada para sintetizar fosfatidilcolina o taurina, cuyas deficiencias podrían provocar disfunciones a nivel de sistema nervioso o cardiacas.
Estos tres últimos aminoácidos además de mostrar la importancia de la conexión de las moléculas en el organismo también son representativos del déficit nutricional ya que se su carencia se manifiesta con mayor asiduidad en determinados grupos de población afectando sobre todo a los niños.
El valor biológico de una proteína depende principalmente de la composición de sus aminoácidos esenciales. Es por ello que las proteínas se clasifican en completas o incompletas. Las proteínas completas contienen los nueve aminoácidos esenciales en cantidades suficientes capaces de cubrir los requerimientos orgánicos (estas proteínas se encuentran en los alimentos de origen animal tales como la carne, el pescado o los huevos). Por otro lado, las proteínas incompletas son aquellas deficientes en determinados aminoácidos esenciales, normalmente uno o dos y son más representativas de los alimentos de origen vegetal como las frutas, las legumbres y los granos. No obstante, existe el concepto de proteína complementaria, en la que la unión de alimentos deficientes en aminoácidos específicos se combina proporcionando todos los aminoácidos esenciales que requiere el cuerpo humano.
También es importante tener en cuenta que la calidad de la proteína no solo obedece al valor biológico de la misma sino a su digestibilidad, que hace referencia a la medida que tiene el cuerpo en utilizar las mismas de la forma más eficiente. Las proteínas de origen vegetal no obtienen en la literatura científica ratios tan altas en el valor biológico, en la utilización neta o en la eficacia proteica, sin embargo, son igualmente válidas para cumplir los requerimientos nutricionales proteicos.
Son muchos los factores que pueden determinar cada ingesta y lógicamente, hay que tener en cuenta la individualidad personal puesto que tanto un déficit como un superávit pueden ser igual de perjudiciales. No cabe duda que la ingesta óptima de proteínas vendrá determinada por la edad, la condición basal o las circunstancias específicas de cada ser humano.
En la consulta de medicina y de nutrición integrativa estudiamos y consideramos las deficiencias nutricionales que pueden producirse en nuestros pacientes, ya que estimamos el desequilibrio nutricional como un problema raíz que debe subsanarse para evitar la enfermedad o los trastornos que se producen en un organismo. Tanto el establecimiento y el desarrollo de patologías como en los signos y síntomas que los acompañan suelen asentarse sobre deficiencias no percibidas en el tiempo. Una de las principales vías para mantener o reestablecer la salud es atender, en todos los casos, la causa raíz que provoca el desequilibrio. En el caso que nos compete el aporte alimentario y nutricional, así como el conocimiento de las prioridades que demanda un organismo para su funcionamiento óptimo es primordial. De esta manera, solo cuando lo esencial es atendido, lo accesorio puede tener cabida.
Sara Rivero Gil
Nº Col: MAD00752