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16 septiembre, 2024Disfunción de la glándula tiroidea: Hipertiroidismo
En el mes de marzo de 1963 se publicaba en la Revista de ciencias atmosféricas el conocido efecto mariposa. Uno de los padres de la teoría del caos, Edward Lorenz, en su histórico artículo Deterministic Nonperiodic Flow, defendió cómo pequeñas perturbaciones en los datos iniciales de un sistema dinámico podrían inducir, con el tiempo, inmensos efectos. El matemático y meteorólogo estadounidense representó en la ciencia un antiguo proverbio chino que postulaba cómo el aleteo de una mariposa en Oriente podía sentirse al otro lado del mundo. Del mismo modo, el cuerpo humano posee un órgano, en forma de mariposa, cuyo buen o mal funcionamiento se hará notar en cualquier parte del mismo: la tiroides.
La tiroides es una glándula endocrina situada en la parte anterior del cuello, en la base de la garganta. Posee dos lóbulos a derecha e izquierda que están conectados por un estrecho tejido llamado itsmo, de modo que recuerda a la forma de una mariposa.
Dicha glándula se encarga de la creación de las hormonas que controlan el metabolismo del cuerpo humano: las hormonas tiroideas. Como estas hormonas participan casi en la totalidad de las funciones orgánicas, su disfunción puede afectar a todos los niveles del metabolismo, pues esta pequeña glándula ejerce funciones biológicas a larga distancia de donde se encuentra, y junto al sistema nervioso forma parte de los sistemas de comunicación que se dan entre las células del cuerpo humano. Las hormonas tiroideas regulan la expresión de genes y determinan cómo las células usan los nutrientes y los utilizan como compuestos energéticos. Son necesarias para un correcto desarrollo, crecimiento y diferenciación celular y de los tejidos. Poseen acción termorreguladora que ayuda a mantener la temperatura corporal y tienen funciones esenciales en el funcionamiento del corazón, en la formación de la sangre, en el desarrollo del sistema nervioso y en la regulación de otros sistemas hormonales. Además, participan en actividades para el normal funcionamiento del cerebro, de los músculos, del intestino y del tejido óseo entre otras.
Cuando las hormonas tiroideas son vertidas al torrente sanguíneo activan señales celulares en receptores muy específicos de las células, desencadenando cascadas biológicas que modifican el funcionamiento del organismo.
Existen dos hormonas tiroideas principales: la tetrayodotironina (tiroxina) o T4 y la triyodotironina o T3. Ambas son controladas por una hormona sintetizada en la glándula hipofisiaria del cerebro denominada tirotropina o TSH. La tirotropina estimula la producción de T4 y T3 y es un excelente indicador ante las alteraciones que se puedan producir en las hormonas tiroideas.
Entre las alteraciones que se pueden desarrollar en el funcionamiento de la tiroides se encuentra la hiperfuncionalidad de la glándula o hipertiroidismo. En el hipertiroidismo se produce un estado hipermetabólico por un exceso de hormonas tiroideas circulantes, por una producción sostenida en el tiempo o por una sobreproducción por parte del tiroides. También puede ser provocado por el aumento de la liberación de la hormona preformada al torrente sanguíneo o por producción extratiroidea. Entre las causas más frecuentes se encuentra el bocio nodular tóxico o el adenoma tóxico siendo el hipertiroidismo más prevalente entre la población el causado por la enfermedad de Graves, que forma parte de la llamada enfermedad tiroidea autoinmune.
Los niveles de T3 y T4 libre, junto a los de TSH son claves en el diagnóstico de tirotoxicosis. No obstante, a veces puede darse un hipertiroidismo subclínico donde alguno de estos niveles se encuentre en rango aunque haya presencia de la enfermedad. En algunas de las pruebas complementarias que apoyan el diagnóstico se incluyen pruebas bioquímicas de anticuerpos antiperoxidasa y antitiroglobulina, de inmunoglobulinas estimuladoras del tiroides o ecografías tiroideas.
Entre los signos de la enfermedad de hipertiroidismo destacan el bocio, exoftalmos o dermopatía pero también se produce temblor, manos húmedas o un pulso aumentado. Y en cuanto a los síntomas se pueden citar la pérdida de peso, la intolerancia en la mayor parte de los casos al calor, irritabilidad o las palpitaciones.
El tratamiento tradicional se basa en antitiroideos de síntesis, cirugía o yodo radiactivo cuando existe fracaso con el tratamiento médico o recidiva con la cirugía. Además, pueden utilizarse otros fármacos suministrados como los glucocorticoides o bloqueadores de síntomas adrenérgicos entre otros.
Aunque, los tratamientos farmacológicos y tradicionales son los más empleados no están exentos de efectos adversos como la hepatoxicidad, los problemas intestinales o la consecución de otra disfuncionalidad del tiroides como es el hipotiroidismo. Además, no suelen acompañarse de modificaciones en el estilo de vida a pesar de la aceptación generalizada en cómo la influencia genética, ambiental o la tendencia a la alteración inmunitaria contribuyen a desencadenar y perpetuar el desajuste tiroideo.
Factores nutricionales tales como el requerimiento de micronutrientes, el establecimiento de un patrón alimentario enfocado en la bajada de la inflamación alimentaria permanente, la restauración de un intestino hiperpermeable y la reducción de los síntomas de autoinmunidad son elementos de primer orden a considerar en cualquier patología y por ende en el hipertiroidismo.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que las enfermedades tiroideas e intestinales suelen coexistir. En la disfuncionalidad tiroidea es habitual la presencia de enfermedad celiaca o de sensibilidad al trigo no celiaca y de la disbiosis. Dichos aspectos se relacionan directamente con la absorción de nutrientes (comprometidos en un estado hipermetabólico como el del hipertiroidismo), con la exposición continuada de antígenos o con la regulación de la inmunidad.
En la medicina y nutrición integrativa se considera un amplio espectro de vías para el tratamiento de problemas tiroideos. La solución no se busca en la supresión de un síntoma sino en la incidencia en el estudio de sus orígenes y en la mejora integral de la calidad de vida de la persona que lo padece.
En ocasiones, la solución se encuentra en la distancia, aparentemente alejada de la realidad que primeramente encontramos. Solo observemos a la exquisita tiroides, la pequeña mariposa del cuerpo, una variación de su pequeño aleteo es capaz de provocar un huracán allende los mares. ¿Por qué no se debería entonces ampliar y actuar sobre la perspectiva clínica?
Sara Rivero Gil
Nº Col: MAD00752